El despertar.
Stella abrió los ojos muy despacio y poco a poco, se dió cuenta de que estaba tendida en el suelo porque notaba como se le clavaban las piedras en la espalda. Se fijó que había un joven que no paraba de mirarla.
¿Estás
bien? -Le pregunto entonces él - ¿Se puede saber quién era la
persona que por poco más y te mata? Stella abrió los ojos muy despacio y poco a poco, se dio cuenta de que estaba
-Estoy
bien, gracias por preguntar -Respondió la joven poseedora de Handerc
-Y no sé quién intentó matarme. Por cierto, ¿cómo te
llamas?¿Cómo has podido curarme?
Mi
nombre es Giorgio, la verdad, lo único que hice fué curarte la
herida que tenías en el cuello, aunque de forma extraña la herida
se curó sola, como por arte de magia.
Al
escuchar las palabras de Giorgio se quedó estupefacta, ya que
recordó lo que le habían dicho los magos, sobre que iría
descubriendo sus capacidades mágicas poco a poco. El nuevo conocido
de Stella se fijó en la cara que puso; poco después consiguió
reaccionar.
Giorgio era un joven alto de ojos marrones y pelo castaño, que encontró a la joven por casualidad, aunque había algo en ella que le llamaba la atención, y era su belleza, aunque tenia curiosidad por ver si sus ojos eran tan hermosos como la joven a la que vió herida e inconsciente.
Cuando
notó que estaba consciente la joven se fijó en sus ojos y se dio
cuenta de que era la primera vez que veía unos ojos tan
hermosos.
Giorgio la ayudó a levantarse del suelo y la llevó a un lugar seguro, a un lugar en el que no irían a buscarlos. Ese lugar era una enorme biblioteca subterránea que había estado escondida por muchos años, bajo el museo en el cual contaban la historia sobre la ciudad y la diosa Armonía.
Giorgio la ayudó a levantarse del suelo y la llevó a un lugar seguro, a un lugar en el que no irían a buscarlos. Ese lugar era una enorme biblioteca subterránea que había estado escondida por muchos años, bajo el museo en el cual contaban la historia sobre la ciudad y la diosa Armonía.